26 agosto, 2013

La Psoriasis


La psoriasis es una inflamación crónica de la piel en la cual las células proliferan a un ritmo y velocidad muy superiores a lo habitual, formando lesiones escamosas, inflamadas y engrosadas. Afecta a alrededor del 1 a 3% de la población, en especial a mujeres de 15 a 35 años, aunque puede verse en cualquier sexo y edad.

Generalmente inicia con una o más placas pequeñas, enrojecidas y escamosas que pueden desaparecer mientras aparecen otras que se van extendiendo hasta cubrir grandes superficies y adoptan la forma de anillo o espiral, mezclándose con áreas de piel normal. Algunas lesiones pueden ser prurginosas (causar picazón).

Durante su curso se alternan períodos donde casi no hay manifestaciones clínicas con agravamientos y manifestaciones intensas. Estas manifestaciones son muy variables: puede ser leve, moderada o severa; presentarse como placas (80% de los casos), gotas o con pústulas; ser húmeda o seca; aparecer en tronco, cuero cabelludo, codos, rodillas, extremidades, uñas, espalda y nalgas; limitarse a una pequeña zona o invadir grandes extensiones de superficie corporal; aparecer en forma lenta o repentina. Desde el punto de vista psicológico pueden presentarse problemas de autoestima y aislamiento por miedo a la crítica y el rechazo social, lo que afecta sus actividades cotidianas. 

Algunos factores pueden exacerbar (empeorar) o desencadenar los síntomas como son: infecciones, estrés, lesiones cutáneas, resequedad, elevados niveles de ácido araquidónico y algunos de sus metabolitos, determinados fármacos, obesidad, alcohol, enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, cambios hormonales, enfermedades debilitantes como el Sida o el cáncer, quimioterapia y quemaduras solares.

Se desconoce su causa específica, pero se sabe que se trata de una afección no infecciosa y, por ende, no contagiosa, que puede heredarse. Los hijos de padres con psoriasis presentan mayores probabilidades de padecer la enfermedad que el resto de la población. Se cree que se trata de un trastorno autoinmune, donde el sistema inmunológico incurre en un error atacando la piel. El diagnóstico incluye un examen físico, diagnóstico diferencial con otras patologías descamativas y una biopsia.

No tiene cura. El tratamiento es paliativo, es decir, busca aliviar o disminuir considerablemente la sintomatología. Incluye: cremas, medicamentos y fototerapia. Algunas recomendaciones generales son: tratar de no frotarse con demasiada fuerza al bañarse, mantener la piel limpia y húmeda, evitar los desencadenantes específicos, exposición solar moderada, tomar baños en el mar, evitar el consumo de carnes grasas, aumentar el consumo de frutas y vegetales, reducir la ingesta de alcohol y tabaco, mantenerse hidratado, practicar técnicas de relajación y asistencia psicológica.

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