17 noviembre, 2011

Trastorno de Pánico (Trastorno de Angustia)

 “La ansiedad es un arroyito de temor que corre por la mente. Si se le alimenta puede convertirse en un torrente que arrastrará todos nuestros pensamientos.”  
A. Roche

El pánico se define como un miedo extremo, pavor o terror que se produce como respuesta a una amenaza de origen externo o interno. 

Su nombre viene del griego panikón, abreviatura de "dêima panikón" o 'terror causado por Pan´, que luego se tradujo al latín ´panicus´ y finalmente al español pánico, con significado similar: ‘miedo intenso por algo de origen desconocido’. 

Según la mitología griega, Pan era un dios de rostro barbudo, con cuernos, una expresión animalesca y miembros inferiores como los del macho cabrío. Cuando nació, su madre se horrorizó del hijo monstruoso que había traído al mundo y su padre lo llevó envuelto en piel de cabra al Olimpo, donde fue aceptado por los dioses. Como divinidad silvestre, se le atribuían los ruidos de causa ignorada en campos, bosques, montañas y lagos que con frecuencia amedrentaban a campesinos y pastores. Se dice que ayudó a los griegos en su batalla contra los persas, sembrando entre ellos un terror muy intenso. 

Ataque de Pánico o Crisis de Angustia 

Un ataque de pánico o crisis de angustia es un episodio caracterizado por la presencia de síntomas físicos asociados a la sensación miedo, de perder el control o estar a punto de enloquecer. 

El paciente experimenta de forma aislada y temporal un miedo o malestar muy intenso en ausencia de un peligro real, que se acompaña de al menos 4 síntomas somáticos o cognoscitivos como son: palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo o falta de aliento, sensación de atragantamiento, opresión o malestar torácico, nauseas o molestias abdominales, inestabilidad, mareo o desmayo, sensación de irrealidad (desrealización) o estar separado de uno mismo (despersonalización), miedo a perder el control o enloquecer, miedo a morir, sensación de entumecimiento u hormigueo (parestesias) y escalofríos o sofocaciones. 

Su inicio es brusco y alcanza su máxima expresión rápidamente en un máximo de 10 minutos, acompañándose de una sensación de peligro o muerte inminente y de una urgente necesidad de escapar. 

De acuerdo a su relación entre el inicio de la crisis y la presencia o ausencia de desencadenantes situacionales internos o externos, existen 3 tipos de ataques de pánico o crisis de angustia: 

1. Inesperadas: crisis espontáneas que no se relacionan con ningún estímulo situacional en particular. 

2. Situacionales: desencadenadas antes o durante la exposición a un desencadenante situacional específico. 

3. Predispuestas: se presentan de forma esporádica en relación estrecha con una situación determinada, es decir, no se presentan siempre sino ocasionalmente en respuesta a un estímulo en particular. 

Trastorno de Pánico o Trastorno de Angustia 

El trastorno de pánico o de angustia es un trastorno de ansiedad caracterizado por la presentación recurrente de crisis de angustia o ataques de pánico que surgen de forma inesperada sin asociación a un estímulo plenamente identificable, acompañadas de preocupación por padecer nuevas crisis o sus consecuencias o de cambios conductuales significativos relacionados con esas crisis, lo que afecta considerablemente la vida del sujeto. 

Puede presentarse con o sin agorafobia. La agorafobia es la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación en lugares o situaciones donde puede ser difícil o embarazoso escapar o donde no sea posible encontrar ayuda de presentarse una crisis de angustia o ataque de pánico. 

Inicialmente, el paciente experimenta sólo crisis de angustia, pero con el tiempo se empieza a experimentar también agorafobia. El paciente evita estar solo dentro o fuera de la casa, mezclarse con la gente, viajar en cualquier medio de transporte, estar en un ascensor o puente, la calle, el supermercado, el trabajo y el centro de estudios, limitando cada vez más su interacción con los demás o el medio que le rodea y produciendo malestar clínicamente significativo. 

Epidemiología 

Se estima una prevalencia de 3.5% en la población general. En pacientes psiquiátricos se diagnostica en alrededor de un 10%, de los cuales alrededor de la mitad presenta la modalidad asociada a agorafobia. El porcentaje aumenta en pacientes con una enfermedad médica concomitante, especialmente de tipo cardíaco. 

Suele asociarse a trastornos del estado de ánimo, trastornos inducidos por sustancias, otros trastornos de ansiedad y enfermedades médicas de tipo respiratorio, cardiovascular, vestibular y gastrointestinales. 

Su edad de aparición es variable, pero usualmente se encuentra entre el final de la adolescencia y la mitad de la cuarta década de la vida. Se han reportado algunos casos de inicio en la segunda infancia y en mayores de 45 años. 

Su curso es crónico, con altibajos y períodos de remisión. En algunos pacientes los síntomas son más intensos que en otros, siendo menor o inexistente la sintomatología en pacientes medicados. 

El trastorno de angustia es más frecuente en las mujeres que en los hombres, especialmente en la modalidad con agorafobia donde la proporción mujer-hombre es 3:1, mientras que en la modalidad sin agorafobia la proporción es 2:1. 

Los parientes de primer grado (padres, hijos, hermanos) tienen 8 veces más probabilidades de presentar este trastorno. La probabilidad aumenta a 20 veces si su primera experiencia ocurre antes de los 20 años. 

Esta enfermedad se presenta casi todo el mundo, aunque su interpretación está asociada a la cultura y el nivel de formación académica de los afectados. 

Etiología 

En el intento de comprender el origen del trastorno de angustia han surgido algunas explicaciones: 
  1. Se estima que existe una relación estrecha ente el sistema límbico, especialmente la amigdala (estructura cerebral estrechamente relacionada con las emociones, el miedo y la agresividad) y la aparición de las crisis. 
  2. Otra explicación biológica apunta a una probable anormalidad bioquímica del cerebro, especialmente en los neurotransmisores norepinefrina o noradrenalina y la serotonina (relacionados con la respuesta de lucha o huida ante el temor y la sensación de bienestar, respectivamente). 
  3. La teoría cognitiva sostiene que las personas con tendencia a la catastrofización (pensamiento irracional que se caracteriza por percibir y magnificar los aspectos negativos de las situaciones, interpretándolas como catastróficas) generan elevados niveles de ansiedad, especialmente en relación a sus sensaciones corporales, que incrementan la posibilidad de hacer crisis de angustia. 
  4. La teoría del condicionamiento plantea que, una vez presentado el primer ataque, la ansiedad queda condicionada a indicadores externos e internos asociados a la experiencia como un lugar, situación o sensación corporal, lo que a su vez da origen al inicio de otros ataques, generando un círculo vicioso. 
Criterios Diagnósticos del DSM-IV TR 

A. El paciente debe presentar las siguientes condiciones (1 y 2) 
  1. Crisis de angustia inesperadas recidivantes (repetitivas)
  2. Al menos una de las crisis se ha seguido durante un mes o más de uno de los siguientes síntomas: 
  • Inquietud persistente por la posibilidad de tener más crisis 
  • Preocupación por las implicaciones de la crisis o sus consecuencias 
  • Cambio significativo del comportamiento relacionado con la crisis 
B. Presencia de agorafobia (trastorno de angustia con agorafobia) o ausencia de agorafobia (trastorno de angustia sin agorafobia). 

C. Las crisis de angustia no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o una enfermedad médica. 

D. Las crisis de angustia no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental como fobia social, fobia específica, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por estrés postraumático o trastorno de ansiedad por separación 

Diagnóstico Diferencial

El trastorno de pánico o de angustia debe diferenciarse de 

1. Trastorno de ansiedad inducido por sustancias: cuando existe una clara relación entre las crisis de angustia y el consumo o abstinencia de drogas o fármacos como el cannabis, cafeína, cocaína, anfetaminas, abstinencia de alcohol, abstinencia de barbitúricos. 

2. Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica: existen pruebas de que las crisis de angustia son debidos a los efectos fisiológicos de una enfermedad médica como hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, feocromocitoma, trastornos del sistema vestibular, trastornos comiciales y enfermedades cardíacas como arritmias y taquicardia supraventricular. 

3. Fobia social, trastorno de estrés postraumático y fobias específicas donde hay una respuesta de miedo o ansiedad ante situaciones muy específicas, traumáticas o fóbicas. 

4. Trastorno de ansiedad generalizada: donde el sujeto se preocupa mucho, por muchas cosas, pero carece de la intensidad del ataque de pánico y su preocupación tiene carácter permanente. 

5. Trastorno de ansiedad obsesivo-compulsivo: donde la crisis se asocia específicamente con la exposición al estímulo o motivo central de las obsesiones y compulsiones. 

6. Trastorno de ansiedad por separación: cuando la crisis se presenta en relación a la separación del padre o figura de apego. 

Tratamiento 

El tratamiento del trastorno de pánico con o sin agorafobia implica el uso de psicofármacos y la psicoterapia. 

En relación con la medicación, se utilizan ansiolíticos del grupo de las benzodiacepinas como alprazolam o clonazepam. La finalidad es disminuir la ansiedad, permitiendo al paciente funcionar con más eficacia. 

También se utilizan los antidepresivos, sobretodo los tricíclicos y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Los ISRS se consideran el tratamiento de elección pero se pueden combinar con los ansiolíticos en pacientes con altos niveles de ansiedad porque su inicio de acción es lento. 

En relación a la psicoterapia se utiliza la modalidad cognitivo-conductual por medio del uso de diversas técnicas que engloban tres aspectos principales: 
  • Psicoeducación acerca de la naturaleza e implicaciones de la ansiedad, el miedo y el pánico con la finalidad de que comprendan que las sensaciones que experimentan son, aunque incómodas, normales e inofensivas. 
  • Control de la respiración: ejercicios donde se enseña a respirar y relajarse ante la presentación de la ansiedad y sus síntomas. 
  • Identificación y control de pensamientos irracionales automáticos que aparecen antes o durante las crisis. Se instruye al paciente para que aprenda a revertir sus pensamientos catastróficos y a cómo pensar o actuar frente a una crisis, enseñándole a buscar soluciones. 
Se recomiendan también el ejercicio, la supresión del consumo de café, chocolate, cigarrillo u otras sustancias que incrementen los niveles de ansiedad; la meditación, yoga, musicoterapia y cualquier otro medio que contribuya a disminuir los niveles de ansiedad y por ende, la aparición de las crisis. 

"En los momentos de ansiedad, no tratéis de razonar, pues vuestro razonamiento se volverá contra vosotros mismos; es mejor que intentéis hacer esas elevaciones y flexiones de brazos que se enseñan ahora en todas las escuelas; el resultado os asombrará. Así, el profesor de filosofía os envía al de gimnasia."  
Alain  (1868-1951) Filósofo y ensayista francés.



03 noviembre, 2011

Uno Crece

Por Susana Carizza

Imposible atravesar la vida sin que un trabajo salga mal hecho, sin que una amistad cause decepción, sin padecer algún quebranto de salud, sin que un amor nos abandone, sin que alguien de la familia fallezca, sin equivocarse en un negocio. Ese es el costo de vivir.

Sin embargo lo importante no es lo que suceda, sino, cómo se reacciona. Si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes, vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a volar.

Uno crece… 

Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe. 

Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo de vivirla. Cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.

Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir. 

Crece cuando supera, se valora y sabe dar frutos. 

Uno crece cuando abre camino dejando huellas, asimila experiencias… ¡Y siembra raíces!

Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes, cuando cumple con su labor.

Uno crece cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento… ¡Y humano por nacimiento!

Uno crece cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas, recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.

Uno crece cuando es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse con residuos de flores… ¡Y de encenderse con residuos de amor!

Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe.

Uno crece cuando se planta para no retroceder… Cuando se defiende como águila para no dejar de volar… Cuando se clava como ancla y se ilumina como estrella.


Entonces… Uno Crece