16 abril, 2020

COVID-19: Contexto Nacional de una Pandemia

Ya no es una amenaza, es una realidad. El COVID-19 ha llegado a nuestro país. Muchos se han infectado, algunos han enfermado y otros permanecen asintomáticos, sepan o no que portan el virus. Algunos han muerto y varios se han recuperado. Esto puede constatarse cada día con los datos que difunden las fuentes oficiales de información.


¿Qué podemos esperar del COVID-19?

La historia natural de la enfermedad nos dice que, en términos generales, 5 de cada 100 personas que se infecten por COVID-19 morirán. Eso significa que, una vez el virus entre en tu organismo, puede pasar una de tres cosas:
  1. No presentas síntomas, pudiendo portar y transmitir el virus, sepas o no que lo portas (algo similar a lo que pasa con el VIH).
  2. Enfermas de forma leve, moderada o severa, de acuerdo a lo cual puedes o no requerir asistencia médica de emergencia, hospitalaria o cuidados intensivos.
  3. Al final del proceso puedes morir o recuperarte. El riesgo de muerte es mayor si tienes más de 60 años y comorbilidades como diabetes, hipertensión, asma, cáncer y otras enfermedades que comprometen la capacidad de tu organismo para defenderte del virus. Tu condición general de salud y la capacidad de respuesta de tu organismo también determinan qué tan rápido desaparecerán los síntomas y saldrás negativo en las pruebas, momento en que pasas a ser un paciente recuperado.
Es importante destacar que, en algunos países, por causas que aún no quedan del todo claras para los científicos, muchos pacientes se han reinfectado y han muerto luego de haber sido declarados como pacientes recuperados.
Aún no está claro si se trata de falsos negativos porque solo baje la carga viral a un punto indetectable, permaneciendo el virus en estado de latencia en el organismo; si los pacientes se reinfectan con otra cepa o una variante mutada del virus; si la inmunidad es temporal o si simplemente el virus no deja inmunidad, como ocurre en el caso del virus del resfriado común que nos infecta decenas de veces a lo largo de nuestra vida.

Por ello, se recomienda que los pacientes "recuperados" continúen usando mascarilla, observen detenidamente cualquier cambio en su estado de salud y continúen las medidas de aislamiento social a fin de evitar recaer, complicarse, reinfectarse o infectar a otras personas. Recordemos que es una enfermedad nueva que aún no conocemos del todo y que todos los días se descubren nuevas cosas sobre ella y su agente causal, el virus SARS-CoV-2.

Viendo los datos suministrados por las autoridades, ¿Qué parámetro es mejor para saber cómo vamos evolucionando?

Dentro de las informaciones que recibimos todos los días, hay 3 datos de alto interés para esos fines: el número de casos nuevos, el número de defunciones y el número de recuperados. Analicemos cada uno de ellos.
  • Recuperados: constituirán alrededor del 94 a 95% de los pacientes, una vez terminado el curso de su enfermedad, de acuerdo a lo que se observa a nivel global. Este indicador es bueno porque también nos habla de la efectividad del manejo de los casos, de la capacidad resolutiva del sistema de salud y del éxito de los protocolos establecidos. A nivel psicológico, nos produce cierto alivio y la esperanza de que tenemos grandes posibilidades de salvarnos si nos infectamos.
  • Defunciones: son la forma de resolución del 5 a 6% de los casos. Son más comunes en pacientes de alto riesgo a causa de sus comorbilidades, su estado general de salud y otros factores de riesgo como el hábito tabáquico. No obstante, algunos pacientes sin antecedentes personales patológicos también han muerto. La tasa de letalidad, número de muertes en relación al total de casos, varía considerablemente de acuerdo a la localidad y sus características sociodemográficas, la edad, el sexo, las características individuales, la capacidad de respuesta del sistema de salud, el diagnóstico oportuno, el acceso a los servicios de cuidados intensivos, el tratamiento disponible y la calidad de la atención. 
  • Casos nuevos: este es el indicador que requiere más control y consideración. Nos habla de dos factores muy importantes: el aumento en la captación de casos y la infectividad. El primer escenario, implica que el sistema de salud está mejorando su capacidad de identificar y diagnosticar de forma efectiva los casos de COVID-19, ya sea por la mejora en la definición de casos, el incremento en el número de pruebas y laboratorios disponibles para el diagnóstico, la búsqueda activa de casos o el desarrollo de nuevos mecanismos para mejorar el acopio de información sobre posibles casos a ser confirmados por laboratorio. La segunda posibilidad, que es la que debe preocuparnos un poco más, nos habla de la efectividad de las medidas establecidas y su grado de cumplimiento tanto por parte de las autoridades como de los ciudadanos involucrados.
Con todo lo que se está haciendo, ¿estamos teniendo éxito en el control del COVID-19?

La respuesta es no. Si bien es cierto que las autoridades, los ciudadanos, las empresas, ONGs y los medios de comunicación han hecho grandes esfuerzos dentro de sus áreas de influencia para contribuir a frenar el avance de la enfermedad, no es menos cierto que no todos han acatado las medidas de distanciamiento social dispuestas.

Ya sea por ignorancia, rebeldía, capricho, desafío a la autoridad, baja percepción del riesgo o falta de conciencia, mucha gente se ha dedicado a violar el toque de queda poniendo en peligro su vida y la de las demás personas a su alrededor. Salen durante el día sin protección alguna, violan las normas establecidas, ignoran las recomendaciones de salud, participan en aglomeraciones de personas, realizan actividades sociales o salen a la calle con síntomas de la enfermedad sin importar si ponen en riesgo a otras personas.


¿Falta mucho para que esto acabe? ¿Cuándo alcanzaremos el pico?

Si hacemos una gráfica lineal con el número de casos reportados cada día, veremos que la línea que los representa presenta oscilaciones, subiendo y bajando a merced de las variaciones en el número de casos computados. El pico de la curva epidémica es el punto que representa el mayor número de casos nuevos reportados en un momento determinado durante todo el curso de la epidemia. A partir de ahí, empieza el descenso de los casos nuevos de la enfermedad y por ende la disminución de la transmisión.
En nuestro país, aún no hemos llegado ahí. Es difícil establecer en este momento, el punto en que estamos dentro de la curva y que tanto más subirá, en especial porque una vez te infectas pueden pasar hasta 14 días para empezar a tener síntomas. Esta situación que dificulta el establecimiento del mapa de contactos y la ruta de transmisión, sobretodo en las personas que siguen saliendo a la calle y no toman las medidas precautorias para evitar la enfermedad. Mientras se sigan produciendo contagios y no se frene la transmisibilidad, seguiremos teniendo nuevos casos cada día.

¿Qué podemos hacer?

Esta situación no es fácil para nadie. La ciencia trabaja incansablemente contrarreloj para encontrar una vacuna o una cura efectiva para la enfermedad. Se he logrado algunos avances, pero estamos aún muy lejos de conseguirlo. Los gobiernos en todo el mundo establecen medidas y restricciones en procura mantener el equilibrio, frenar los contagios y disminuir el impacto del COVID-19 en la salud de la población, el sistema de salud, el desarrollo y la economía. 

Nuestras vidas han cambiado en más de un sentido y es desesperante no tener control sobre lo que nos pasa. Muchos están aburridos de estar en casa y aunque quieren salir se abstienen de hacerlo para mantenerse a salvo y cuidar de sus seres queridos. Otros deben salir a cumplir con sus responsabilidades laborales como es el caso del personal de salud, policías, militares y empleados de empresas que suplen productos básicos como combustible, medicamentos y alimentos. Una tercera categoría corresponde a los irresponsables, que pudiendo quedarse en su casa, deciden no hacerlo. Esos individuos son el dolor de cabeza de los demás y el mayor reto de las autoridades a la hora de hacer cumplir las disposiciones oficiales.


Lo único que podemos hacer en este momento es cultivar la paciencia, ser responsables, cuidar nuestra salud y la de nuestros seres queridos, ser prudentes, respetar las medidas de aislamiento social y usar sabiamente los recursos de que disponemos. Es mejor estar encerrados que enterrados.

Tengamos fe y esperanza de que en algún momento esta pandemia pasará, pero hagamos lo que nos corresponde para ponerle fin.